lunes, 22 de abril de 2019

“La Virgen de mi Niñez”

“La Virgen de mi niñez”
En aquellos años, el templo recién construido (lo que hoy es el salón comunal) lucia desnudó, unas cuantas cortinas, una mesa para el altar y un Crucifijo al frente, fue por esos días que padre Salvador Huguet, llevó una de las primeras imágenes religiosas a la parroquia, la de la Virgen.

Era una bella imagen, con su carita de azucena, reflejos dorados en su manto blanco, una mirada bella, penetrante. Fue colocada en un pequeño altar improvisado, muy sencillo al que desde el primer día, nunca le faltaron flores.

Desde muy niño, siempre me dijeron, que las imágenes, solo imágenes son que no hacen milagros, pero hay que guardarles respeto por lo que representan. Y con respecto a la Virgen Maria, que ella es la madre de Jesús y cómo tal merece nuestro cariño y respeto.

Pero cuando yo la miraba, era como un helado frente al sol, me derretía y mi corazón latía a toda prisa y aunque no sabía aún escribir, luego de un Ave María, le recitaba mis versos.

Cuando era un niño, vivía de ella fascinado y cortaba una flor de mi jardín, para demostrarle mi amor, al llegar a la iglesia, la ponía a sus pies y a prisa rezaba un Ave María y luego le decía: Que no me gustaban las niñas, pero me gustaba ella y mi madre. Luego me iba a jugar con mis amigos, pensando en Ella.

Recuerdo el día de mi primera comunión junto a mis dos hermanos, era un día más que especial, porque ese día que iba a tocar el cielo. Mi padre nos mandó a hacer a los tres trajes iguales, lo mismo que los zapatos (sólo Dios sabe el sacrificio que hizo), los tres íbamos, junto a otros niños con mucha alegría. Ese día, sentía su mirada sobre mí, sentía como un fuego en mi corazón y lloraba de sentimiento y emoción, porque iba a recibir a Jesús Eucaristía.

Ella fue la Virgen de mi niñez y aunque nunca la deje al olvido, si la dejé de frecuentar y de rezar. Pero la Madre que conoce a sus hijos, siempre sabe, que el pajarito aunque vuele, vuelve al nido y ella siempre está con los brazos y el corazón dispuesto.

Esta bella imagen, sigue de pie, en el actual templo, ha sido testigo, de los inicios de la parroquia, de la vida y desarrollo de la comunidad, de un sin fin de primeras comuniones, de casamientos y también de quienes ya se han ido. Ha sobrevivido un terremoto, vientos huracanados y temporales de lluvias. Ha visto ya a 5 párrocos en sus afanes, sus esfuerzos, los ha escuchado en sus suplicar y ha sido testigo del amor de una comunidad de fe, que persevera y espera en Jesús Resucitado.
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