viernes, 6 de octubre de 2017

***Una oración hecha canción ***

***Una oración hecha canción***
Vengo a tus pies santa María,
con un ramo de rosas
y una oración hecha poesía.

Vengo a tus pies madre mía,
con un susurro que me
suena a melodía,
cuando pronunció
cada ave María.

Sí cada ave Maria,
es dulce melodía,
sí cada salve es
una rosa que se
transforma en verso.

Si la oración cuando
se transforma en canción,
toca de Dios el corazón,
como contener esta emoción.

De saber que el rosario,
es como la guitarra,
donde trinan las cuerdas
de mi alma ¡Ave María!

Cuerdas que vibran,
delante de tu presencia,
para acompañar esta canción,
que brota de lo profundo
de mi corazón.
Oxwell L’bu Copyright © 2017

martes, 3 de octubre de 2017

El reto de vivir la fe

El reto de vivir la fe"
Voy por el camino, a veces dudando, sin saber hasta cuando esa fe, de la que muchas veces se hace alarde, dejará de ser la trinchera de un cobarde, que se refugia en ella, cuando en la noche de la fe, no se aparece ni una estrella.

Porque nuestra fe, casi siempre es una fe, de conveniencia, que busca la divina providencia para alcanzar aquello que por nosotros mismos no podemos lograr, es una fe de pedir y demandar.

En cambio hombres con Francisco de Asis dieron testimonio de esa fe en su viday  su fe no era, una fe de conveniencía y menos de palabras elocuentes, que distan de los actos. Era una fe pasada por el fuego de la prueba, que la purifica, una fe que da directrices de vida, una fe que para ver la intervención divina en la vida, sabe que primero hay que empezar a caminar.
Oxwell L’bu

***Imitadores de Cristo ***

***Imitadores de Cristo***
Francisco contemplo
al crusificado...
Se quedó arrebatado,
meditando su pasión,
en lo profundo del corazón.

Se conmovió hasta
las lágrimas...
Hizo suyos sus dolores,
sus angustias y esa desesperación,
que causa en el condenado,
la crucificcion.

Sintió sangrar su corazón
y movido por algo más
que la emoción,
postró el rostro en tierra
y en silencio lo adoró.

Llegó a tal grado su
compenetración,
que se hizo uno con él,
en una simbiosis que vive
y respira por la misma herida.

Se hicieron uno y los
clavos atravesaron sus manos
y resintió la herida del costado,
así como cada uno de los azotes
los hizo suyos y sin emitir,
ningún murmullo lo amó.

Estigmatizado y enamorado,
salio del oratorio,
cual antorcha encendida
en medio de una densa obscuridad,
porque comprendió que solo permitiendo
que el dolor ajeno lo afectará,
amaría como Cristo amó.
Oxwell L’bu Copyright © 2017