lunes, 6 de abril de 2020

“Semana Santa en tiempos del coronavirus”

“Semana Santa en tiempos del coronavirus”
Si el corazón está dispuesto, este puede ser, nuestro mayor retiro espiritual...

Si, es increíble que un diminuto virus, nos haya venido a cambiar la vida, a sacarnos de la rutina y para muchos, a arruinar los “vacaciones de Semana Santa” y a otros su participación en los actos litúrgicos y cortejos procesionales.

Ni el terremoto de 1976 en Guatemala, tuvo este efecto, pese a haber sido una calamidad nacional. Hoy en medio de tanta información y desinformación en los medios y redes sociales, en medio de temores de contagio y de un estado de histeria y confusión, que el constante bombardeo de imágenes provoca, la fe se abre pasó...

Si, esta es una Semana Santa diferente, pero no nos lamentemos, no olvides que Dios en su sabiduría, siempre ha usado todo para el bien de quien le ama. Acaso no hubo un traidor entre sus amigos, los demás no le abandonaron y los que sustentaban el poder e influencia, no se confabularon contra el y un gobernante corrupto lo condenó...Pero todo eso sirvió, para que se cumpliera el plan de la Redención.

Semana Santa en los tiempos del coronavirus, quedará marcada en la historia y por muchos años en nuestra memoria, pero ojalá que sea, porque a partir a aquí, interiorisamos más cada acto litúrgico y nuestra tiempo de oración es más intenso. 

Pensemos quizás en el pasado hemos andado corriendo de procesión en procesión, de actividad en actividad y nuestra oración a quedado en el olvido, no olvidemos que el devoto cargador va debajo del anda, para mostrar a Cristo Redentor, no para mostrase, que nos es la cantidad de participantes, es la cantidad de corazones contritos, que van más allá de los ritos...

Que podamos decir como San Pablo: Nada me separar del Amor de Cristo y que al terminar esta cuarentena salgamos fortalecidos y revestidos del Amor y la misericordia de Dios. Que le permitamos a la Madre acompañarnos y que ella nos enseñe cómo vivir este silencio de forma reverente, para que nuestro espíritu, corazón y mente se impregnen con el Amor de Dios.
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