miércoles, 20 de marzo de 2019

“Frente a los romanos”

“Frente a los romanos”
Recuerdo aquellas películas de antaño, que los 4 canales de televisión, solían poner en su programación, para la cuaresma y principalmente, durante la Semana Santa.

Siendo niño , recuerdo la impotencia que sentía, cuando en las películas veía, que condenaban a muerte a Jesús,siempre desie, el invitar a mis amigos de la cuadra y la escuela, para gritar  a todo pulmón, todos juntos, que librarán a Jesús.  Luego lo conducían al calvario y los romanos le iban pegando y no contentos con eso lo crucificaban y se sersoriaban de su muerte...

Durante esas fechas, suelen salir majestuosos cortejos prosecionales, en la ciudad capital, así como en Antigua Guatemala, ademas en los diferentes barrios y colonias del país.

Pero es, en la llamada “Semana Mayor” cuando salen los más grandes y tradicionales, cortejos prosecionales en el centro de la ciudad y mis padre y mi abuelita siento niños nos solían llevar. Recuerdo que me emocionaba hasta las lágrimas, el aroma del coroso y el incienso son los aromas de la Semana Santa en Guatemala. El color morado, es el color de los penitentes que acompañan al Nazareno.

Todo aquello era impactante para un niño, escuchar las marchas con músicos en vivo, ver cómo aparece la prosecion en medio de nubes de incienso era más que impresionante, pero sentía un enojo, que no podía contener, cuando veía a los romanos. Para mi eran los mismos, que había visto en la televisión, pegándole y crusificando a Jesús, siempre me preguntaba, el porqué nadie hacía nada para impedirle a los romanos que le hicieran daño. Así que un día de esos, no pude contener mi enojo y sin pensarlo dos veces, me puse frente a uno de ellos y le grité que era malo y sin pensarlo dos veces, empecé  a darle patadas, a mi no me importaban sus lanzas, ni sus espadas, recuerdo que mi padre me hagaro y sin reprenderme me abrazo y se disculpaba con el romano. Yo lloré de desconsuelo, pues en mi pensamiento de niño, esperaba que algunos en la multitud tomaran valor y entre todos impidiéramos que mataran a Jesús.

Han pasado algunos años, desde aquel episodio en mi vida, pero cada vez que llega la Semana Santa, lo evocó y siento una mezcla de simpatía y alegria por aquel niño que era yo.
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