Una Vivencia Mística "
Estar frente a tu altar, en ese lugar donde desde niño, te solía contemplar....Estar aquí y sentirme serca de ti, es como beber agua; luego de atravesar el desierto o ver resurgir la primavera, luego de un crudo invierno.
¡oh señor de San José! El Nazareno que evoca mí fe, el santo varón que toca mí corazón y me llama a la conversión, si pudiera unir mí décadente humanidad a tu majestuosa divinidad, si pudiera agregarle a mi finites de tu eternidad, viviría extasiado de tu majestuosa presencia.
Quién pudiera experimentar lo divino sin morir, para ser reflejo de esa luz, para ser ofrenda viviente en tu cruz y ser testigo de ese amigo que nunca falla...Frente a tu altar, me percató de mi pequeñez, de lo mucho que me has amado apesar de que pocas veces me he percatado y hasta he negado todo lo que me has dado, pensando que lo he logrado u obtenido por mi capacidad y la verdad es que todo se recive.
Quisiera adherir mi vida a ti, ser alabanza viviente; testimonio elocuente que no presisa recurrir a las palabras, pero solo soy un pecador, alguien que confunde el propio interés y satisfacción con el amor, ese que se engaña pensando que te alaba cuando sólo persigue su propia gloria.
Aún así y sobre poniéndome a lo que las voces del mundo me aconsejan, pues me dicen: Cómo pretendes fundir el oro con el bronce, como se te ocurre pretender ser su amigo, si el mundo es testigo de que frente a la prueba lo negaste. Pero señor a quien iremo, si sólo tú tienes palabras de vida eterna, si sólo en ti podemos trasender, si sin ti todo es obscuridad y en la obscuridad se siente miedo y se deja de ver la belleza de la vida.
Por ese te busco y te reconozco, por eso sé con certeza que lejos de ti sólo encontrare, un inmenso vacío que saboteara el propósito que tiene mi vida.
Oxwell L’bu Copyright 2017
Estar frente a tu altar, en ese lugar donde desde niño, te solía contemplar....Estar aquí y sentirme serca de ti, es como beber agua; luego de atravesar el desierto o ver resurgir la primavera, luego de un crudo invierno.
¡oh señor de San José! El Nazareno que evoca mí fe, el santo varón que toca mí corazón y me llama a la conversión, si pudiera unir mí décadente humanidad a tu majestuosa divinidad, si pudiera agregarle a mi finites de tu eternidad, viviría extasiado de tu majestuosa presencia.
Quién pudiera experimentar lo divino sin morir, para ser reflejo de esa luz, para ser ofrenda viviente en tu cruz y ser testigo de ese amigo que nunca falla...Frente a tu altar, me percató de mi pequeñez, de lo mucho que me has amado apesar de que pocas veces me he percatado y hasta he negado todo lo que me has dado, pensando que lo he logrado u obtenido por mi capacidad y la verdad es que todo se recive.
Quisiera adherir mi vida a ti, ser alabanza viviente; testimonio elocuente que no presisa recurrir a las palabras, pero solo soy un pecador, alguien que confunde el propio interés y satisfacción con el amor, ese que se engaña pensando que te alaba cuando sólo persigue su propia gloria.
Aún así y sobre poniéndome a lo que las voces del mundo me aconsejan, pues me dicen: Cómo pretendes fundir el oro con el bronce, como se te ocurre pretender ser su amigo, si el mundo es testigo de que frente a la prueba lo negaste. Pero señor a quien iremo, si sólo tú tienes palabras de vida eterna, si sólo en ti podemos trasender, si sin ti todo es obscuridad y en la obscuridad se siente miedo y se deja de ver la belleza de la vida.
Por ese te busco y te reconozco, por eso sé con certeza que lejos de ti sólo encontrare, un inmenso vacío que saboteara el propósito que tiene mi vida.
Oxwell L’bu Copyright 2017
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