“Padre Jose Roman Flecha”
Seis décadas han pasado,
más su pasión por el evangelio
no a mermado,
porque es un hombre consagrado.
El misionero de las
bienaventuranzas,
sembrador de esperanzas,
que tiene un crisol,
que le permite escudriñar,
las cosas de la fe,
con muchas aristas.
Maestro de las escrituras,
que sin ninguna premura,
desata los nudos
de la confusión,
porque el evangelio
es su pasión.
Es un erudito con la
humildad de quien
sabe darse a entender
y la grandeza de los
ANAU-ANAWIN,
que son dóciles
al escuchar la palabra.
Bienaventurado,
es este hombre consagrado,
porque Jesús lo ha nombrado,
en el sermón de la montaña.
Cuando dijo:
Bienaventurados los
que trabajan por la paz
porque serán llamados
hijos de Dios.
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“Cuando nace un sacerdote,
la novia ha ofrecido ese dote…
El dote de una vida consagrada
y un amor eterno…
Cuando una madre da al mundo
a un futuro sacerdote,
Ella ha entregado su dote,
dando al mundo un nuevo ser,
Que ofrecerá en el altar,
su amor eterno de mujer.
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